domingo, 25 de agosto de 2013

M.C. Escher

M.C. Escher
Universo, ensoñación, infinito, geométrico, repetición, mágico, percepción, espejo, juego… Los calificativos para describir a M.C. Escher se entremezclan en nuestro imaginario colectivo, viajan entre dos mundos, el real y el de nuestra imaginación; una cruenta batalla entre el orden establecido por las leyes y normas socialmente aceptadas y la osadía de un genio, que pretendió y consiguió cruzar los límites de la física para plasmar en sus obras lo que vio en el más allá.
“Ninguno de nosotros necesita dudar de la existencia de un espacio subjetivo irreal. Pero, personalmente, no estoy seguro de la existencia de un espacio objetivo real. Todos nuestros sentidos revelan sólo un mundo subjetivo para nosotros, todo lo que podemos hacer es pensar y posiblemente suponer que, en consecuencia, podemos inferir la existencia de un mundo objetivo.
M.C. Escher

A partir de 1937 Escher abandona la realidad física tangible para interpretar el mundo a través de las relaciones entre contrapuestos. Para el artista no se trata de idealizar la realidad, sino de provocar encuentros de realidades distintas que actúan por reciprocidad e intercambio. Estos mundos duales a los que Escher recurre con frecuencia, acaban por fundirse en un paisaje contaminado en el que con dificultad podemos distinguir los límites entre un mundo y otro. Mundos que se alojan dentro de otros mundos en una sucesión continua y sin fin.
La reflexión de la imagen es protagonista en la mayoría de obras de esta temática, siendo de especial interés la utilización de las formas esféricas. En Autorretrato con espejo esférico (1935), por ejemplo, comprime, de forma distorsionada, la habitación que rodea al artista en la esfera que sujeta en su mano. Lo mismo sucede en Tres esferas III (1946), donde el paisaje de la esfera se amplía con los reflejos laterales de las dos que le acompañan.
En Manos dibujando (1948), esta interpretación de la realidad, este cruce de mundos, se observa en unas manos que escapan de la superficie mientras una dibuja a la otra. La realidad emerge del dibujo que la ha creado.
Una hoja de papel está fijada a una base con unas chinchetas. Una mano derecha está ocupada con un boceto de una manga de camisa sobre este papel. En este punto el dibujo esta sin terminar, pero un poco más a la izquierda ya se ha dibujado una mano izquierda que emerge de la manga, con tanto detalle que esta mano ha escapado de la superficie plana y está, a su vez, realizando un boceto de la manga de la que emerge la mano derecha, como si fuera un miembro vivo.

LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD
La investigación continua que llevó a cabo Escher sobre los juegos con la perspectiva, cuestionando o alterando la relatividad de los puntos de fuga, se muestra en diversos grabados de este ámbito. El espectador queda confundido con los cambios de dimensión, la visión de un mismo espacio desde distintos puntos y la alternancia simultánea de posiciones.

La atracción de Escher por los espacios extraños e imposibles, con fugas distorsionadas y sólo abarcables en la imaginación, es muy probable que provenga de su interés inicial por la arquitectura, y en particular por los grabados de Piranesi, las vedutte, que conoció en sus viajes de juventud en Roma. De las Carcieri del artista veneciano, Escher aprendería la relación espacial continua y sin límites así como la perspectiva cíclica sin principio ni fin, dejando de lado la objetividad del espacio representado. [www.eschergranada.com (24.08.13)]